Comentario
La despoblación y la frecuencia de los malos años, rasgos que estuvieron presentes en el primer cuarto del siglo, continuaron causando sus estragos en el segundo cuarto. Los ejemplos son, de nuevo, abundantes. En 1330 el lugar de San Vicente de la Barquera, que alegaba encontrarse "pobre e muy despoblado", consiguió ver reducida su cabeza fiscal. En ese mismo año el número de pecheros de la villa palentina de Paredes, establecido tradicionalmente en 350, se rebajó a 300. Tres años después era el núcleo burgalés de Oña el que conseguía una disminución del número de sus pecheros. Por doquier se hablaba, insistentemente, del retroceso demográfico. En las Cortes de Madrid del año 1329 decía Alfonso XI que "toda la mi tierra es yerma e astragada" y en las Cortes de Alcalá de Henares de 1348 volvió a repetir esa misma idea al señalar que la tierra se encontraba "yerma e despoblada".
Por lo que se refiere a los malos años, tampoco estuvieron ausentes de la Corona de Castilla durante el reinado de Alfonso XI. Un documento del año 1325 del monasterio de San Zoilo, de la villa palentina de Carrión, señalaba que "en este anno que agora paso non cogiemos pan nin vino nin cosa de que nos podiesemos proveer por raçon de la tempestad del elada e de la piedra e nublo e langosta que acaeçió... en la tierra". Pero un período particularmente duro fue, según todos los indicios, el de 1331-1333. ¿No es significativo que la documentación catalana hable, a propósito de 1333, como del "mal any primer"? Ese mismo año los vecinos de Oña se quejaban de los estragos causados en sus cosechas "por muchos peligros de piedra e de hielo".
Pero más interesantes son los testimonios procedentes de los monasterios de Santo Toribio de Liébana y de Benevívere. En el primer caso el cenobio lebaniego se vio obligado a tomar en préstamo 50 cargas de pan debido a "los annos malos que pasaron de la Era de mill e CCCLXIX annos fasta en el anno de la Era de mill e trezientos e setenta e uno". El segundo dato alude a las dificultades por las que atravesó el monasterio de Benevívere para aprovisionarse de trigo, debido a la carestía reinante. Así pues, en dos entidades monásticas, relativamente distantes entre sí, se vivieron al mismo tiempo dificultades semejantes.
Cabe situar otro período de malas cosechas entre los años 1343 y 1346. La Crónica de Alfonso XI nos dice, a propósito del año 1343, que "encarescieron las viandas et llegaron a grand precio". Dos años después, en las Cortes de Burgos, se dice expresamente que "fue muy grant mortandat en los ganados, e otrosi la simiença muy tardía por el muy fuerte temporal que ha fecho de muy grandes nieves e de grandes yelos". Por su parte un documento del año 1347, originario de la villa de Madrid, insistía en parecidos argumentos al indicar que los fuertes temporales que "an pasado ffasta aquí eran la causa de la gran mengua del pan e del vino e de los otros frutos". Todavía en 1348, en la varias veces citada reunión de Cortes celebrada en Alcalá de Henares, se recordaba que en los años anteriores, "por los tenporales muy ffuertes que ovo ...se perdieron los ffrutos del pan e del vino". Los datos mencionados, tal es nuestra conclusión, resultan sumamente expresivos.
Los males señalados incidían ante todo sobre el mundo rural. Así las cosas no tiene nada de extraño que los documentos de aquellos años repitan una y otra vez que los sectores populares se encontraban en una situación de gran pobreza. Los habitantes de las villas de realengo, se dice en un documento del año 1332, "están en muy grand afincamiento de pobreza". "Los christianos sson muy pobres", se dijo en las Cortes de Madrid de 1339. Las gentes, dice la Crónica de Alfonso XI refiriéndose al año 1342, están empobrecidas. "Ffincaron las gentes muy pobres e muy menguadas", se expresa asimismo en un documento que data del año 1347. Tal era el panorama que ofrecía la Corona de Castilla al filo de 1350.